Tecnología y personas, una alianza eficaz
Durante décadas, los profesionales de la seguridad han sido —y siguen siendo— una pieza esencial en la protección de personas, infraestructuras y activos. Su experiencia, criterio y capacidad de adaptación continúan siendo claves. Sin embargo, muchas de las tareas que realizan día a día —como patrullas repetitivas, inspecciones rutinarias o vigilancia en zonas peligrosas— les impiden centrarse en aquellos ámbitos donde pueden aportar más valor e incluso pueden exponerles a riesgos innecesarios. Hoy, estas funciones pueden ser reforzadas por tecnología, permitiendo un modelo más inteligente, seguro y humano.
Se trata de dedicar tecnología y personas allí donde cada una tiene su mayor aportación. Donde una máquina puede vigilar incansablemente durante horas, registrar datos precisos y detectar cambios invisibles al ojo humano, las personas pueden intervenir con criterio, interpretar contextos complejos y tomar decisiones allí donde se requiere empatía, intuición y experiencia.
Esto significa multiplicar ojos y oídos de manera eficiente; reducir la exposición al riesgo del personal en campo y contar con sistemas más eficaces, capaces de
generar datos accionables, optimizar procesos y prevenir incidentes antes de que ocurran.
Con el impulso de la inteligencia artificial, los robots no solo detectan, sino que también pueden reconocer e identificar situaciones que antes pasaban desapercibidas, generando alertas tempranas con contexto e incluso interactuando con su entorno.
Equipados con sensores, cámaras térmicas, AIoT, visión nocturna y sistemas de navegación autónoma, realizan rondas, inspeccionan espacios, comprueban puertas, extintores, iluminación, climatización… incluso miden gases o escanean matrículas. La tecnología ha ganado capacidades y movilidad.
Robótica aplicada a la seguridad real
Los robots son ya una realidad en la protección de parques logísticos o estaciones de energía, recorriendo grandes espacios durante el día y la noche. Una unidad robótica patrulla cada rincón, enviando datos en tiempo real al centro de control local o a un SOC remoto. Si detecta una anomalía térmica o un movimiento inesperado, genera una alerta. Un profesional puede entonces verificar la situación y tomar decisiones informadas y rápidas. Todo esto, sin exponer a nadie a posibles riesgos.
La IA física ofrece nuevas capacidades. Transforma el trabajo de vigilancia en un entorno de mayor información, menor riesgo y mejor capacidad de respuesta. Permite que las personas se centren en tareas de supervisión, análisis, gestión, atención personal o intervención ante lo inesperado. Y todo ello con mayor eficacia, eficiencia y tranquilidad.
En Securitas diseñamos soluciones que integran personas y tecnología con un único objetivo: maximizar la seguridad de una manera sostenible para nuestros clientes. Esto se traduce en hacer más visibles los riesgos, más eficaces las respuestas y más segura la labor de quienes trabajan cada día por la tranquilidad de los demás.
La inteligencia artificial, bien utilizada, no sustituirá nunca a las personas: nos amplificará, acompañará y protegerá. De hecho, ya lo está haciendo.